El torbellino me coge pernoctando; mi entidad se pliega
con enérgica agitación ¡Se fue, se marchó! Bramidos que el ciclón transmuta en
ecos de afonía.
Ausencia intensa que deja en el olvido la animosa
presencia de ese tronco que los siglos mantuvieron erguido, más bastó un sólo
reproche para escindir las raíces y abatirlo cual hoja que de la estirpe se descose.
Es soberana la oscuridad. El miedo y la pena, cortejos
de un período remoto.
La esperanza se licúa entre lloros que impelen a
cerrar los ojos al tiempo que deforman el rostro: labios agrietados, piel
curtida, pliegues que revelan las emociones forjadas desde el gozo y la zozobra
alternando albor y crepúsculo, resplandor y oscuridad, ascensiones y
declives…Ave Fénix que se funde en las cenizas.
Se perdió la belleza, se extinguió la luz. Se
impone el reto, y aunque no se desee, corresponde expandir las alas y lanzarse en
búsqueda de nuevos cielos donde se inhale paz.
Llora pero levántate...Hermoso pensamiento mi querida ave fénix. Y se que tu tienes la voluntad y el alma para surgir una y mil veces de las llamas de la oscuridad. Un abrazo
ResponderEliminarJosé Emilio Fontirroig
Qué grata sorpresa, Jose Emilio, no esperaba verte por aquí! Sí, querido amigo, muchas veces quiso voltearme el vendaval, pero no pudo, me he caído muchas veces, y tantas veces me levanté. Un abrazo muy cálido, gracias por venir.
EliminarHola Myriam. Me gustó mucho. Es un bello relato, nostalgico pero con un mensaje muy positivo en el final.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Ricardo! Y sí, amigo mío, no hay otro modo de vivir sino buscando lo positivo de cada experiencia dolorosa. La vida es una gran escuela, depende de uno si se derrumba o capitaliza lo vivido. Besos!
EliminarQué bien lo dices, amiga. Logras gran intensidad.
ResponderEliminarBesos
Qué bueno que lo hayas sentido así, Pichy, pues era mi idea. Mil gracias, besos. TKM
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