Y me adentro en el
mar, no me intimidan las olas,
Porque ellas, mis
confidentes, tienen de mi amor su aroma.
No importa si no
retorno, si desolada queda la playa,
Pues más allá del
horizonte, he de encontrarte, mi amado.
Será el abismo
testigo, de la unión dos amantes
Que como promesa de
amor se fundieron en el agua.
Bañados los cuerpos
de sal y revestidos de alga,
Profesándose bendita
pasión
Hicieron un pacto
eterno
Glorificado por el
Señor.
¡Que venga a nuestro
encuentro la muerte!
Juntos hemos de
esperarla,
Abrazados y
besándonos,
Pues si hemos de
marcharnos
Será asidos de las
manos, y estrechándonos los labios.