¡Arrástrate, serpiente! Arrástrate
mientras yo, ser alado, escogida del Gran Hacedor, habitante del Nirvana, observo con piedad tu encolerizada humanidad pues ¿Qué otro
sentimiento puede inspirarme tu zaherida condición? Despierta, advierte tu vergonzoso
andar…Elevas la cabeza, abres las fauces desdentadas dejando entrever ese
látigo filoso y bifurcado que se
extiende intentando atrapar aquello que jamás obtendrás… más no le temo a tu inquina ni a tu secreción
mortífera… No es letal para aquellos que somos
investidos de pureza, adarga que nos resguarda de la asechanza de los
seres absurdos que como tú, intentan encumbrarse en lo que suponen su imponente
arrojo y sin embargo no es bastante para
alcanzar la gloria. Tus escamas amarillas, tus ojos oblicuos extractando
hostilidad no son suficientes...Continúa serpenteando, sigue masticando el
desencanto y la animadversión por no haber usurpado aquello que te fue negado
¡Trágate el veneno! Pero te advierto…No
se mata al amor, no existe fuerza más poderosa que la del CREADOR y ÉL nos ha
ungido de modo tal que no somos dos sino
uno…No puedes, rastrera…sigue con tus movimientos sinuosos y busca a tu
equivalente, híncale a él las agujas de tu lascivia, electrocútalo con doscientas
veinte convulsiones de éxtasis aparente, has uso de esa mediocre comprensión
que tu insignificante mollera te confiere y tal vez así…tal vez…obtengas la paz
que tú misma has perdido buscando en el sitio errado…tal vez …alguna vez…tal
vez…jamás.
¡Qué indignidad la tuya, que poco
sentido del decoro!…Moras en el tétrico pantano de tu miserable existencia y ni
siquiera eres orquídea… ¡Qué condena severa, cuánto más te falta por expiar!…
No eres sino un ser sombrío revestido de escamas de ficticio ambarino…qué pena
me das…