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domingo, 29 de mayo de 2016

HACE FRÍO DE ESTE LADO


Quién sabe cuándo sucedió…
Cómo comenzó…
Escasamente la precaria certeza del tiempo acaecido. ¿Dos horas, dos días, dos semanas, dos años? Atemporal nuestra orbe, es factible que sean dos siglos.
Aconteció casi sin darnos cuenta; ocurrió sin más, dejando un resabio acerbo en la boca, y los ojos sin luz. Sin claridad nuestro mundo por la deserción de constelaciones, ni el astro mayor ni las siete esferas plateadas ni esas minúsculas lamparillas que al ser millones enfocaban el trayecto que anduvimos juntos…
Hubo sollozos de angustia, hubo frases corrosivas, hubo lamentación y sermones.  Se elevó un murallón entre los dos, y a la sazón, la fosa que nos apartaba más y más sumiéndonos en ese sombrío recogimiento, acabó con la sensatez, fragmentando la paz, desobedeciendo al amor.
Antenas averiadas que no emiten ondas… y fue entonces que en ese tácito mutismo, nuestras manos se desasieron.
Ahora, sin saber por qué, para qué, surcamos los limbos buscándonos descorazonadamente, más si brinco a una nube, tú resides en aquella que me es ajena; si me buscas en la pradera, estoy en el colina; si buceo en el mar esperando descubrir tu sombra en las honduras, no hay más que brechas imposible de sortear…me atraen… me devoran… me quitan la savia que es el alimento de mi existencia.
Tú escalas los picos nevados, encumbrándote, perpetuándote en la gloria. Sin embargo es delirio fugaz. Adviertes que tu vida es un desierto sin manantiales ni oasis para apaciguar la sed, para expulsar o engullir la arena que penetró en tu garganta.
Cacofonías confusas brotan de tu boca, súplicas de ayuda emergen de la mía, y el eco las emite, más el furibundo vendaval las amplifica hacia aquellos espacios desafortunados donde las trabas son progenitores  de nuestra aflicción.
Poseemos las palabras, tenemos las ganas, somos dueños de los sueños, pero carecemos de osadía para escapar del doloroso péndulo en el que estamos montados, tú en el tuyo, yo en el mío… miles de kilómetros uno del otro.
La lejanía es la medianera que abate la espera ¿O hay deserción de confianza?
Oscilamos entre la felicidad y el desánimo. Hacemos un alto en la indolencia para recomenzar el vaivén de aquí para allá. Sin importar hacia dónde miramos, no hay encuentro, hay vastedad de suelos estériles.
Se eclipsaron los colores, se los devoró la ira…todo es negro, todo es incertidumbre, todo es una gran perplejidad. Hacia la izquierda, optimismo, hacia la derecha, reminiscencia de lo que pudo ser pero no fue.
En la embriaguez gritamos ¡TE AMO!
Desde la nulidad aullamos ¡TE ODIO!
No hay odio, y no obstante es la expresión que cobra más fuerza, induciéndonos a dimitir del recelo para volver a descubrirnos.
Hasta la próxima vuelta en que la noria vuelva a girar en el  caos, el desánimo, el desasosiego, el calvario…