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jueves, 1 de marzo de 2012
INSTRUCCIONES PARA LEER "RENACER"
PARA SEGUIR EL HILO CONDUCTOR DE ESTE CUENTO LARGO, ES NECESARIO SEGUIR LA SECUENCIA POR ORDEN PARTIENDO DE LA PARTE 1 Y ASÍ SUCESIVAMENTE...
RENACER - PARTE 2
-No me estás oyendo, Ignacio.
-Disculpame, Agustina, a veces me voy tan lejos...
-Ese es tu problema, que siempre te vas, que no podés solucionar nada.
-Lo intento, te juro que lo intento pero no me escuchan.
-Pues, gritá, entonces.
-No se pueden resolver las cosas a los gritos; si lo sabré yo- hasta ese momento había hablado con la cabeza gacha pero levantó la cabeza y la miró- Vos no tenés idea de lo que es vivir gritando y cada respuesta es un cachetazo pero no no como una manera de decir, no, un cachetazo de verdad, de esos que te dejan la mejilla roja y la impotencia que te aplasta impidiendo que las lágrimas salgan y al final te ganan, saltan las lágrimas, el sollozo "Ay ¿A ver cómo llora el mariconcito?" y un día decidís no increpar más, no exigir más, no dejarte doblegar más.
-Bien, bien, muy bien; así que de mariconcito pasamos a cobarde.
-Agustina, no me lastimes, sos lo único que tengo.
-Entonces salí a pelear por mi.
-Lo hago. Ya me fui de casa, dame tiempo.
-Tiempo, tiempo, tiempo ¿Cuánto tiempo más necesitás? Estoy harta de estar encerrada en esta pensión de mala muerte. Dejame salir.
-No puedo, no estoy preparado ni vos tampoco.
Imagen tomada de Internet
Continuará...
-Disculpame, Agustina, a veces me voy tan lejos...
-Ese es tu problema, que siempre te vas, que no podés solucionar nada.
-Lo intento, te juro que lo intento pero no me escuchan.
-Pues, gritá, entonces.
-No se pueden resolver las cosas a los gritos; si lo sabré yo- hasta ese momento había hablado con la cabeza gacha pero levantó la cabeza y la miró- Vos no tenés idea de lo que es vivir gritando y cada respuesta es un cachetazo pero no no como una manera de decir, no, un cachetazo de verdad, de esos que te dejan la mejilla roja y la impotencia que te aplasta impidiendo que las lágrimas salgan y al final te ganan, saltan las lágrimas, el sollozo "Ay ¿A ver cómo llora el mariconcito?" y un día decidís no increpar más, no exigir más, no dejarte doblegar más.
-Bien, bien, muy bien; así que de mariconcito pasamos a cobarde.
-Agustina, no me lastimes, sos lo único que tengo.
-Entonces salí a pelear por mi.
-Lo hago. Ya me fui de casa, dame tiempo.
-Tiempo, tiempo, tiempo ¿Cuánto tiempo más necesitás? Estoy harta de estar encerrada en esta pensión de mala muerte. Dejame salir.
-No puedo, no estoy preparado ni vos tampoco.
Imagen tomada de Internet
Continuará...
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