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viernes, 14 de marzo de 2014

SIN VUELTA



Voy caminando con pasos extenuados, atraída por el albor que vislumbro en el horizonte y aunque lo  aprecie lejano, sé que lo voy a alcanzar. Nada ni nadie lo podrán impedir, es la recta finita, el destino que  aguardo.

Adivino un transitar peligroso, sendero con parajes atormentados, saturados de escollos. Hay visiones que me horrorizan pero aun así no deseo renunciar, no puedo desistir ya que menguaron las opciones, se cerraron los caminos andados ¿Retroceder? ¡No, eso no! ¿Para qué si ya no me concierne lo que allí resigné? Concebí un último intento, no voy a negarlo pero aquello que vi me perturbó.

Hay tenebrosidad en el pasado. Y en él, suspendida como estatua moldeada con escoria, una chiquilla de piernas escuálidas, rodillas prominentes. Extremidades enclenques con puños apretados, como si hubiera la necesidad de defenderse o quién sabe, a modo de impotencia por no poder hacerlo.
Con insustancial movimiento extiende sus brazos mientras su voz me llega como un eco; me  pide que retorne a ella, pero no voy a hacerlo. Ella no es real, ella es tan sólo el espectro que con cara de ángel, me asedió desde siempre.
Ahora no puedo ayudarla. Si sus ojos lloran, mi corazón se desintegra.
Hubo un tiempo en que supe resguardarla en mis brazos; la sentaba en mi regazo y acariciando sus cabellos trenzaba memorias, ritual de exorcismo que no fue efectivo ¡Fueron tantas las carencias que no pude cubrir!
El peso de sus experiencias, duras, crueles, indignas para cualquier inocente, se depositaron en mi espalda como una pesada cruz, consiguiendo doblegarme, debilitando mis piernas hasta perder vigor, demoliéndome la voluntad, hurtándome el brío que fue mi primaria y vital cualidad.

Me extravié en la locura de un cinturón de cuero, de una sopa caliente, de un sombrío cuarto habitado por una serpiente.


No hay retorno, no hay más cordura. He de perseguir el futuro aun ignorando qué habrá más allá de este presente que punza, y lo haré sin mirar hacia atrás. No quiero ver a la pequeña convertida en un montículo de cenizas que el líquido salado disolverá hasta tornarla La nada