No se puede, no se debe perdurar en
el desconsuelo…Es imperioso extender las alas e ir en busca de la confianza
para beber la dicha hasta atiborrarse.
Se impone prescindir del pretérito
mandato que deroga las ilusiones, que encharca las risas, que silencia melodías
destempladas de faringes vejadas. Hay que reparar las cuerdas vocales
enmohecidas por años que saben a siglos, para expeler el rugido y que estalle
en un ¡Basta, no soporto más la prisión, la presión, la ausencia de oxígeno!
Apatía…inapetencia…indiferencia…
Sin embargo está escrito mi destino,
y aunque el miedo me someta y mis sentidos se extravíen en pasajes sombríos,
llegará el momento en que me quite la cincha que prensa mi cráneo tornando
obtusa la razón. Sí, está decidido,
tomaré coraje para separar los párpados y admitir que este
derrotero por el cual peregrino, no es
lo que quiero y si yo no quiero es porque no debo. Comienzo a comprender que NO
es NO, sin ambigüedades, sin frenos ¡Basta de auto-imposiciones que resultan de
preceptos caducos!
Cuando ose mirarte a los ojos,
cuando mis labios se despeguen, cuando mi presencia se agite ante ti, para despojarse de las migas de
compasión, he de decirte:
-¡Deseo algo más que tu desdén! ¿Has
notado el brillo en mis ojos?
Me dirás que sí, que hay un
inofensivo resplandor que expone la decencia de mi esencia pero no es así. Si
tuvieras el valor de resistir mi mirada, advertirás que ese brillo proviene de
lágrimas…
Presta mucha atención pues hoy te
digo adiós, derribo las murallas, abandono el disfraz de dócil orfandad, me
niego al descrédito ¡No más humillación! Te diré adiós para siempre…
Una meta no muy remota me aguarda
más allá de este confín. Hay la esperanza concreta de conocer el sentido del
vocablo sinceridad.
Cuando me atreva a mirarte a los
ojos, cuando mis labios se despeguen, cuando quite las migajas de altruismo que
me ungen…A lo mejor… ¡Qué sé yo!…Es sólo un desvarío…
Imagen: Creación de Rita M. Chio