Me desperté
confundida,
Obnubilada,
angustiada…
Mensaje confuso, casi
inaudible,
Apenas musitado,
susurrado.
Voz tenue mascullando
incongruencias…
Que la magia no es
una farsa,
Irrisorias las
gotas de tormento
Si no se estrecha
la visión.
Que desistir es de
cobardes,
Que valiente es
aquel que retrocede
Para limpiar el
camino
Que con lágrimas ha
encharcado.
Se derrumbaron las
paredes
De la tenebrosa
celda
Que fue mi penosa
morada,
La única, la postrera.
Removí piedras y miedo,
Me arriesgué a
cruzar la frontera,
La misma que yo
forjé
Defendiéndome del
afuera.
Selvas tupidas,
picos nevados,
Cielos grises,
pocas veces refulgentes.
Marejadas,
manantiales,
Aguas bravas,
corrientes mansas.
Como Alicia, me
extravié.
Perdí el rumbo más
no la razón.
Mantuve los pasos
firmes,
La mirada más allá
del horizonte.
No recuerdo si lo
vi o lo imaginé,
Tan majestuoso su
porte,
Y esa mirada
penetrante
Incitándome a adorarlo.
¿Cómo podría no
hacerlo?
Hombre de franca
sonrisa,
Soñador loco, con
alas,
Amo de mis
andanzas.
Llegué hasta él y
no paro.
Ya no puedo
detenerme,
Un futuro por
delante,
Un presente por
vivir.
Si hoy la vida me
sonríe
No es por piedad,
es por mí.
Es por él, amor y
pasión,
Es un obsequio de
Dios.