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martes, 28 de mayo de 2013

¿CUÁLES SON TUS LÍMITES?

Somos lo que somos
Porque así lo queremos.
No aceptamos imposiciones
Pues somos rebeldes.

De la rebeldía nace el cambio,
Se gesta la revolución
Que ha de mutar tu existencia
Por esa que tanto anhelas.

Escudriña en tu interior,
Allí reside la verdad,
No es sino en tu alma
Donde se forja tu albedrío.

Amo de tus pensamientos,
Autor de tus vivencias
¡Cuidado con lo que desees,
La vida siempre te lo concede!



sábado, 25 de mayo de 2013

LABERINTO


Espero, yo siempre espero, no sé qué, pero me gusta esperar, me da por pensar que algo bueno vendrá ¿Qué más podría darme la vida sin redundar en  dosis de expiación y padecimiento? ¿No tendrá mejores cosas para ofrecerme? ¿Se agotó la ración de felicidad? No lo creo… La felicidad es una fuente ilimitada que siempre abastece, estoy segura que muchas veces caminó a mi lado y sin embargo no logré percibirla…Aunque si me detengo un poquito, si me desasgo de la incertidumbre, recuerdo dos veranos en que germinaron las semillas que sembré, dos pimpollos que bajo mis atentos cuidados se convirtieron en rosales y fue entonces que dejaron de pertenecerme. Tanto se expandieron, que renunciaron a cohabitar en los términos de mi huerto pues no eran parte de ellos, ni su esencia ni su aroma, y los dejé partir ya que eso debía hacer. Mis rosales buscaron horizontes nuevos…
Ahora sigo esperando. A veces arrojo alguna que otra semilla pero el viento se las lleva tan lejos que desconozco si conquistaron tierra fértil, o si la aridez de mi pasividad las dejó morir en infecundo suelo.
Ya no tengo fuerzas para remover la tierra, para limpiarla de escollos, se secaron mis manos, me estoy quedando sin agua, sé que nunca más nacerán retoños y no obstante sigo esperando…
¿Qué espero? Tal vez un árbol que me cobije, que se conduela de mi eterno destierro, que me narre historias apócrifas, que me hable de los peregrinos que, como yo, alguna vez se echaron a respirar bajo su follaje para retomar el camino en busca de… ¿De qué? Nunca me lo dijeron. Esperan que yo descubra la ruta pero no puedo, porque mis ojos se situaron en la nuca y sólo alcanzo a ver el callejón andado, ese del que intento escapar pero no lo logro porque tampoco mis piernas se hacen cargo de mis esperanzas, insisten en empujarme hacia esa solitaria inocencia en que los recuerdos no son magia ni tienen los colores del arco iris…
Y sigo esperando… ¿Qué espero? No lo sé, tampoco me urge saberlo pues el día que lo sepa me hundiré en la impotencia de no apresar lo deseable.
Vida ¿Serías capaz de sorprenderme? Tal vez sea eso lo que espero, en tanto la inercia me somete a la acaecida  existencia mal vivida…



viernes, 24 de mayo de 2013

HERMANO DE CUATRO PATAS


Gracias por estar a mi lado,
Por quererme como soy,
Un indigente, un desheredado,
Sin familia y sin morada.

Mi tapado es la intemperie,
Mis paredes, la brisa,
Mi lecho, un trecho en el suelo,
Mi abrigo, sos vos.

Hoy, el diluvio me empapó;
Sentí aterido los huesos…
El frío caló hondo en mi alma…
Pero allí estabas vos.

Aprecié tu pelambre húmedo
Estrechando mí padecer
Tibia manta que no tengo,
Cálido abrazo a mi corazón.

Pudiste guarecerte en un rincón
Pero optaste  por mis piernas,
Te echaste sobre ellas,
Prodigándome ternura y calor
.
¡Qué  importa la hostilidad mundana,
Las carencias materiales!
Golpea fuerte la indiferencia…
No obstante, es llevadera si estás vos.

No me abandones nunca
Hermano de cuatro patas.
Estamos solos en la inclemencia…
Desguarnecidos pero fusionados…

El frío y la lluvia,
La apatía social,
La fatigosa subsistencia,
Siempre juntos…vos y yo





martes, 21 de mayo de 2013

EL ANGEL DE LA SOLEDAD


En esa torre
Entre escalas, muros y almenas
Habita un ángel
Con el corazón lleno de pena.

Fue la soledad su condena,
La soberbia, su pecado,
Al pretender robarle al tiempo
Aquello que había olvidado.

Encerrada
En la celda del pasado
¿Quién podrá derrumbar la torre?

Será tal vez alguien
Que nunca fue esclavo
De aquel ser amado,
De aquel ser odiado.



Autora: Myriam Jara- La Eterna Poeta Disconforme
Ilustración: "VERSOS EXTRAVIADOS" de Oswaldo Mejía
 (Registrado en la Dirección Nacional de Derechos de Autor)

lunes, 13 de mayo de 2013

DÍA A DÍA




No me pidas, mi efusivo enamorado,
Que te prometa amor eterno.
¡Es tan inestable el corazón!
¡Tan fluctuantes las emociones!

Fuimos hechos de pasta laxa,
Las circunstancias nos moldean.
Es el destino que juega con nosotros
Como marionetas, a su antojo.

Qué más podría anhelar, cariño,
Que estar perpetuamente a tu lado
Si las huellas de tus pisadas
Con fuego fueron grabadas.

Mas el tiempo nos dirá
Cuán extenso será el camino
Que tomados de las manos,
Nos invite a transitarlo.

Habrá cielos diáfanos,
Remolinos, días grises,
Habrá soles que nos abracen,
Habrá púas que laceren…

Si poseyéramos el arrojo,
El atrevimiento, la posibilidad,
Si nos disociáramos del entorno
Sería viable…Quién sabe.

Pero cómo puedo darte mi palabra
De que nadie se atravesará en este andar
Tendiendo un sendero de dudas,
Diseminando quejas y recelos…

Y si por si acaso aconteciera,
Si ya no confiaras en mí,
Es posible que el amor sucumba,
Y con él, desaparezca yo…





domingo, 12 de mayo de 2013

UN PARAGUAS NO DETIENE LA LLUVIA




¿Qué ves cuando tu mirada se posa sobre mis pasos? Es acaso esa interrogante que nunca obtendrá respuesta pues…tan obtuso y finito es el orbe que te rodea, que no logras distinguir más allá de lo que tus ojos pueden mostrarte. Entonces, olvida esta pregunta, pues no hay cabida para los ajenos en estos, mis mundos de cielos alternativos. Estos sabores no se guisaron para ti.

No lo crees posible…

-No hay más espacio que la zona en que nos encontramos; todo lo por ti pronunciado, es falacia, artimaña para instaurar la anarquía de tus impúdicos trazos - Sentenciarás en un postremo pujo por sacudirte la aprensión que se aglutina en tu piel como masa viscosa, orientando tus energías en demoler aquello que te es incomprensible.

Vas con la redecilla en la mano, corriendo por tus áridas superficies, intentando atraparme cual mariposa. Te ufanas de haberlo logrado. En tu rostro se dibuja una mueca de complacencia al creer que el pánico hace presa de mí, más te aseguro que no hay ni una pizca de temor, sólo hay una sarcástica expectación de tu bastarda condición de ente fracasado.

No lo crees posible…

-¡Lo conseguí, lo conseguí! Enjaulado entre los barrotes del olvido, la censura y el amordazamiento, ya no será el vociferante narrador de sueños fantásticos- gritas eufórico, al tiempo que tus semejantes, carentes de argumentos, te aplauden, a la vez que revolean sus rabos divinizándote como el semidiós liberador de “los orejas largas”.

¿Cuánto tiempo, crees tú, que me tendrás en la cripta que minuciosamente construiste para mí? ¿Treinta días? Eso te dijo el amo del reino de cuadrúpedos que se obstinan en pisar suelo firme, mientras el barrizal los va tragando. Insólitamente, me esfumo ante tu pasmada visión, dibujando en tu cara ese desconcierto que te vuelve tan irreal, desnudando tus calumnias, tu intolerancia, tu envidia.

A salvo de tu mezquindad, retorno a mis mundos alternativos y mi magia se agiganta, pues…tú no eres digno de detener lo por mí manado. ¡Apártate de mi camino o pisotearé tu cabeza de asno!



Autores de la prosa: Myriam Jara y Oswaldo Mejía (A los inquisidorcillos y censuradores) 
Imagen: Oswaldo Mejía


martes, 7 de mayo de 2013

Relato 15 del libro "LOS DELIRIOS DEL LIRIO"


Es una especie que en su sangre lleva la herencia de Dioses medianos y ángeles parias, llegados aquí luego de acumular su conocimiento, tras cometer errores ancestrales, luego de depredar y llevar al colapso los mundos que antes los cobijaron; Dioses y ángeles usurpadores que fueron recibiendo lecciones, dándose de cabezazos contra su propia necedad y quizás, ni siquiera asimilaron las lecciones, quizás… tan sólo se convirtieron en portadores de malas experiencias, errando y tropezando múltiples veces con el mismo escollo. El caso es que llegaron aquí con el estigma de destructores de mundos, asustadizos fugitivos de  fatales destinos que ellos mismos se forjaron.
Con esas taras a cuestas, generaron la vida en este planeta, transmitiendo a las criaturas, productos de sus experimentos, el intrínseco cretinismo a través de los genes que extrajeron de sí mismos, y de ese modo, inocularles la capacidad del libre albedrío. Los nativos de este planeta son la semilla maldita e imperfecta de seres que vinieron del espacio, huyendo e intentando expiar culpas, mostrándose ante ellos como deidades infalibles, omnipotentes, bondadosas y dueñas del gran orden universal. En realidad, no eran más que evadidos que poseían algo de adelanto técnico y con esto pudieron jugar a ser divinidades dadoras de vida.
Estos aprendices de Dioses, les instalaron el velo del conocimiento limitado a sus creados, no permitiéndoles mirar más allá de donde las supuestas divinidades dibujaron sus estrellas, entonces no pueden ni podrán jamás, hacer conexión con el auténtico GRAN HACEDOR. Su heredada miopía espiritual, les permite ver únicamente hasta el límite donde habitan sus Dioses y ángeles ficticios. A ellos oran y solicitan dádivas y bendiciones que no se las pueden conceder pues estos no tienen el poder de oír a millones de bocas implorantes, y aunque lo pudieran hacer, están muy ocupados intentando resolver sus propios miedos, necesidades y hambres.
Su “perfección” e imagen a semejanza de estos Dioses falsos, es la que les dicta que sean capaces de meter un animalito recién nacido en una botella, alimentarlo y mantenerlo en ese cautiverio mientras lo ven crecer en ese cada vez más apretado espacio que irá deformando su estructura ósea y todo su organismo hasta convertirlo en un macabro adorno… el animal con cuerpo de botella.
Es por ello que se divierten y hallan regocijo al estimular a sus congéneres a subir a un octógono para darse golpes a diestra y siniestra hasta terminar bañados con la sangre de sus contendientes y la suya propia a cambio de aplausos y un puñado de monedas. Por lo mismo, adiestran a bestias y aves  en el arte de matar, aprovechándose de su instinto de territorialidad. Todo ello es parte de ese “legado divino”… Sentir placer al ver verter sangre ajena y espectar, con deleite, cómo se le va la vida a otros seres en pro de su ludopático afán de apostar.
Son estas razones genéticas las que justifican su egoísmo al ufanarse de las guerras que fomentan, y el interés por acumular riquezas mientras sus hermanos de raza, a su lado, mueren de hambre y sed. Allí radica su intolerancia para soportar que quienes les rodean sean felices y tengan acceso a convivir con el amor. Es esa funesta herencia la que los empuja a hacer escarnio, mofarse y golpear el cuerpo y alma de una indefensa niña, cuyo único pecado fue venir al mundo, desamparada e incapacitada para enfrentar agresiones, debido a su real condición de ángel.
Esta niña nació hija de reyes. Rey y Reina con trono de esos que se compran con esfuerzo, un poco de astucia y dinero. Estos Reyes, como cualquiera en este mundo, jamás tuvieron la óptica para distinguir las alas de su pequeña hija. La abandonaron en una cuna-jaula dorada, rodeada de individuos cuya función era alimentarla y velar por su crecimiento corporal. La cuidaban, sí, pero también la mordisqueaban para compensar sus propios traumas, taras y complejos, a expensas de maltratar a la niña angelical.
La vida se ensañó con ella desde sus primeros días. No conoció a su Rey padre, quien prefirió irse dándole el título de bastarda. La Reina madre se quedó con ella pero la hizo de lado, desentendiéndose del natural instinto de prodigar amor y cariño al fruto de sus entrañas. Así fue creciendo la niña ángel con cabellos de Sol, sin conocer una caricia sincera, rodeada de viejas vestidas de túnicas y velos de color negro, tan negro como sus almas. Ellas se regocijaban asustando y torturando a la frágil niña, encerrándola, a menudo, en la oscura celda de una mazmorra donde habitaban imaginarios demonios que las malditas viejas creaban y embutían en su mente para que la atormentaran desde su propio subconsciente. Las lágrimas, la angustia y la soledad, fueron su inseparable compañía y aún cuando la niña logró escapar de su celda y alejarse de las garras físicas de sus celadoras, nunca pudo huir de los barrotes de la vulnerabilidad, pues ya estaban enquistadas en su mente. De nada serviría la careta de niña sonriente que con tanta dedicación se confeccionó para ocultar su inseguridad, ya que el aura y el aroma de su pureza eran tan marcados, que traspasaban el cartón de su sonrisa, haciéndola propensa a la envidia que estos seres llevan en la raíz de su esencia misma. Toda esta raza maldita, tiene el reflejo condicionado de ensañarse con los que se muestran débiles y sensibles. Las perversas vestidas de túnicas y velos negros, siempre volvían para atormentarla… aunque con diferentes rostros y otras vestimentas.
Con sus sueños de vidas pasadas, en las que recordaba haber extraviado un gran amor, y sin perder la esperanza de hallarlo en esta, la niña continuó su andar por este mundo  sin lograr que sus atacantes la perdieran de vista.  Por donde iba, y pese a su sonriente máscara, era reconocida como una vulnerable, siendo siempre la presa, por defecto, de brutales  mordiscones y arañazos que, aunque herían profundamente su nívea piel y delicada musculatura, resultaban más lacerantes para su ya adolorida alma. Ella se había jurado a sí misma que nunca más lloraría ante sus atacantes… no volvería a darles ese placer. Entonces soportaba estoicamente las arremetidas de sus agresores de turno sin variar la “U” indeleble de su sonrisa. Si al llegar la noche debía llorar mientras  curaba sus heridas, lo haría a solas, hasta que el cansancio la sumiera en sueños. En estado de ensueño, con sus alas oníricas, viajaba hacia los brazos de aquel amor que en vidas pasadas se le perdió entre los derroteros del destino.
Ocurrió una tarde de abril. Por la rendija de su puerta, alguien deslizó un papel blanco. La niña, curiosa, lo tomó y leyó: “Necesito tu rostro para pintar un ángel”.  Miró el reverso de la hoja y en él halló la imagen de un rostro de hombre. El lado derecho estaba pintado de color moreno y el izquierdo de color celeste. Su ojos tenían un mirar triste pero taladrante, y de marco, una cabellera abundante y alborotada. La niña ahogó un grito y sin emitir sonido alguno se dijo “Es él”. Abrió la puerta y salió corriendo hacia la calle para ver quién había dejado la nota con aquella enigmática imagen, mas no había nadie en los alrededores. Vio, a lo lejos, un grupo de mujeres que con risas de hiena se mofaban de su confusión. Presurosa, temiendo un nuevo ataque por parte de estas, regresó a casa y cerró la puerta.
-¡Él es…él es! ¿Pero dónde está? 
Llegó el invierno y la niña, que amaba el mar con devoción, decidió pasear por la playa, aprovechando que en esa época del año estaba desierta. Una pequeña ola que se aventuró a mojar sus pies, trajo flotando consigo una botellita y la depositó en la arena, delante de su vista. Al recoger el pequeño frasco, herméticamente taponado con un corchito, la niña vio que en su interior había un papel enrollado; con sus delicados dedos lo extrajo… otra nota, pero que ahora decía “Sólo permíteme adorarte” y más abajo, nuevamente, la imagen enigmática del hombre con el rostro de dos colores. Llevada por un fuerte impulso y sin dudar, mordió su dedo haciéndolo sangrar, y sobre la imagen escribió con su sangre “¡Te amo!”. Colocó el papelito en la botella, la tapó con sumo cuidado y la lanzó devolviéndola al mar…luego se sentó a esperar… ¿Qué? No lo sabía, sólo que debía esperar…
Al día siguiente, las olas cómplices, trajeron nuevamente hasta sus pies la botellita conteniendo otro mensaje que decía “Aún a la distancia, no sueltes mi mano que yo no soltaré la tuya”, rubricada, igualmente, con la imagen del rostro de dos colores. La niña, por vez primera, conoció el sabor de la felicidad: se sentía dichosa, eufórica, su vida tenía un motor para seguir existiendo. Embargada por esa sensación jamás antes sentida, escribió: “Juro ante Dios que no volveré a soltar tu mano, amado mío”. Colocó su respuesta dentro de la botellita y la tiró nuevamente al mar. Este ir y venir de mensajes se repetía diariamente. La niña ángel, llena de ilusiones, esperaba el próximo, siempre sentadita en la arena, sin moverse de su lugar.
El último mensaje decía: “Monta en tus alas de gaviota y ven a mí. Atraviesa esas montañas, yo te esperaré en la playa del otro mar… hay un largo sendero de lágrimas que nos falta recorrer, pero ese tramo lo caminaremos juntos, tomados de la mano, cuidándonos mutuamente”.
Cuando ella bajó de los cielos, los brazos de su amor con el rostro pintado de dos colores, rodearon su talle y ambos se fundieron en un largo beso que se adeudaban desde vidas anteriores…un beso apasionado e intenso que ambos habían esperado por mucho tiempo. En contraste, a unos pasos, también les aguardaba una infinita multitud de estas criaturas,  herederas del egoísmo y la crueldad, que sus falsos Dioses trajeron de la hipocresía de sus cielos. Los tenían completamente rodeados, no había intenciones de dar paso al amor, no lo permitirían.
Los vi tomarse de las manos y caminar con decisión hacia las fauces y garras que, amenazantes, los aguardaban. Ante mis ojos se desató la carnicería. Todos se afanaban por mordisquear y desgarrar los cuerpos de los amantes, pero ellos siguieron adentrándose entre la multitud hasta que los perdí de vista.
Cuando todo hubo, aparentemente culminado, la multitud se dispersó dejando la playa libre de su repugnante presencia. En la arena sólo quedaron unas cuantas plumas blancas y una estela de huellas de cuatro pies desnudos que se esfumaron en el infinito.

“IR TRAS UN SUEÑO ES IR CONTRA LA CORRIENTE, PERO TAMBIÉN ES LA MEJOR RUTA PARA ALCANZAR NUESTROS PROPIOS CIELOS”


Autores del texto: Oswaldo Mejía- Myriam Jara
Ilustración: Oswaldo Mejía