Yo me
someto, patrón,
Usted me
quitó las tierras.
No se
impaciente, mi amo,
Me
ocuparé de los quehaceres.
Pero no
olvide, señor,
Tengo
sangre Mocoví
Y aunque
mi color lo insulte
Conservo
intacta mi esencia.
No se
pisotea al desterrado
Aunque
incline la cabeza.
Somos como semillas
Que
germinan en tierra fértil
Pero si
el suelo no es apto
No se
obtienen buenos frutos.
Y así
como esas semillas
Vamos los
desterrados
Buscando
un espacio propio,
Difundiendo
en sus dominios
Cómo plantó
su bandera.
Es
cierto, el suelo ya no nos pertenece
Pero aún
atesoramos las hembras,
Como su
hacienda, valiosas.
Ellas
continuarán pariendo
Cuando
las luces mueran,
Cuando el
ocaso y el silencio
Las
resguarden en nuestros brazos.
Y en el
ardor de esas sombras,
Dando
rienda suelta a la naturaleza,
Germinaremos
en sus entrañas,
El fruto
de nuestro pueblo.
Mocoví,
raza de aborígenes
Orgullosos
de su sangre,
Indígenas
que no se rentan,
Que
conservan su nobleza
Por más
que los repudie un gringo.
No
responda por su casta,
Sus
simientes tienen el rostro
De
aquellos colonizadores
Que no
les importó masacrarnos
Para
quedarse con el botín,
De la
riqueza de las Américas.
Pero le
advierto, patrón
No haga
abuso de su poder,
Si
pretende imponerme su cultura
Y burlarse
de la mía,
Conocerá
el salvajismo
Que
templé con su autocracia.
Quédese
usted con sus dioses,
Yo sólo
venero los míos.
Conserve
las posesiones
Regadas
con sangre indígena.
Será para
usted el capital,
Disfrútelo
sin cuidado.
Yo me
reservo el arrojo,
La dignidad
que usted no conoce
Y que
almaceno con valor
Para
liberar a mí pueblo
De su
oprimida condición.