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sábado, 25 de mayo de 2013

LABERINTO


Espero, yo siempre espero, no sé qué, pero me gusta esperar, me da por pensar que algo bueno vendrá ¿Qué más podría darme la vida sin redundar en  dosis de expiación y padecimiento? ¿No tendrá mejores cosas para ofrecerme? ¿Se agotó la ración de felicidad? No lo creo… La felicidad es una fuente ilimitada que siempre abastece, estoy segura que muchas veces caminó a mi lado y sin embargo no logré percibirla…Aunque si me detengo un poquito, si me desasgo de la incertidumbre, recuerdo dos veranos en que germinaron las semillas que sembré, dos pimpollos que bajo mis atentos cuidados se convirtieron en rosales y fue entonces que dejaron de pertenecerme. Tanto se expandieron, que renunciaron a cohabitar en los términos de mi huerto pues no eran parte de ellos, ni su esencia ni su aroma, y los dejé partir ya que eso debía hacer. Mis rosales buscaron horizontes nuevos…
Ahora sigo esperando. A veces arrojo alguna que otra semilla pero el viento se las lleva tan lejos que desconozco si conquistaron tierra fértil, o si la aridez de mi pasividad las dejó morir en infecundo suelo.
Ya no tengo fuerzas para remover la tierra, para limpiarla de escollos, se secaron mis manos, me estoy quedando sin agua, sé que nunca más nacerán retoños y no obstante sigo esperando…
¿Qué espero? Tal vez un árbol que me cobije, que se conduela de mi eterno destierro, que me narre historias apócrifas, que me hable de los peregrinos que, como yo, alguna vez se echaron a respirar bajo su follaje para retomar el camino en busca de… ¿De qué? Nunca me lo dijeron. Esperan que yo descubra la ruta pero no puedo, porque mis ojos se situaron en la nuca y sólo alcanzo a ver el callejón andado, ese del que intento escapar pero no lo logro porque tampoco mis piernas se hacen cargo de mis esperanzas, insisten en empujarme hacia esa solitaria inocencia en que los recuerdos no son magia ni tienen los colores del arco iris…
Y sigo esperando… ¿Qué espero? No lo sé, tampoco me urge saberlo pues el día que lo sepa me hundiré en la impotencia de no apresar lo deseable.
Vida ¿Serías capaz de sorprenderme? Tal vez sea eso lo que espero, en tanto la inercia me somete a la acaecida  existencia mal vivida…