Y la niña con
trencitas,
Zoquetes y valijita,
Con las piernas
temblorosas
Se sumergió en el
recelo.
Muy poco duró el miedo;
Allí encontró a sus
hermanos,
Amigos inseparables
Y a los padres
sustitutos,
Que fueron más que maestros.
Ellos contuvieron sus
penas
La alentaron en sus
sueños.
Allí pasó su fugaz
infancia
Fue rauda la adolescencia.
El tiempo anduvo de
prisa
Pero aún vive en su
corazón
El momento del adiós
Que no es más que un
¡Hasta luego!
Siempre al mirar atrás encontramos recuerdos que nos son gratos, estos son los que debemos quedarnos y guardar como oro en paño, al fin y al cabo lo que no son tan buenos es mejor olvidarlos, me encanta esta niñz con trencitas.
ResponderEliminarBesitos!!
En respuesta a tu visita vine a ver tu blog y realmente me encantó, cuanta necesidad de gritar, de decirle al mundo lo que tenes adentro y sobretodo que talento para hacerlo, un abrazo y me vas a tener seguido por acá.
ResponderEliminarBuen poema de vida, amiga, con tu sensibilidad.
ResponderEliminarBesos
Mil gracias por tu visita, FG, por tu comentario, por tu sabia reflexión. El ayer dejó recuerdos, el presente me trajo nuevos hermanos, ustedes, mis amigos virtuales. Besos muchos
ResponderEliminarUh, no sabés cuánto tengo por decir, Ruben, pero lo bueno es que tengo quienes me escuchen o mis palabras se las llevaría el eco más allá de la nada. Muchas gracias por venir, y sí, espero verte más seguido. También yo te visitaré cada vez que pueda. Besos, che jajaja
ResponderEliminarGracias, Pichy. Espero no perder nunca la sensibilidad. Lo vas a saber porque será el día en que ya no vuelva a escribir. Besitos
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