A paso
lento, casi sin darnos cuenta
Se van
yendo los días grises
Que nos
llenan de tristezas,
Que nos
hiela el cuerpo, el alma.
Y sin
embargo queda la añoranza
De la
apacible consonancia
Que
produce la hojarasca
Cuando la
corriente la arrastra.
Son las
hojas desprendidas
De su
primigenio inicio,
Que acompasan
nuestro andar
Sobre
diferentes matices.
No sé
por qué no me gusta…
Debe
ser por tu recuerdo
Que la
brisa gélida intensifica
Cuando
te percibo en la escarcha.
En la
medida de mi alma,
El
otoño es la tristeza,
Sin
embargo y pese a todo,
No
puedo negar su belleza…
Se
marcha muy despacito,
Como un
anciano rendido,
Consciente
de que llegó
La hora
de la partida.
Hola Mona, es un poema maravilloso, alguna razón tenemos las mujeres para amar y a la vez sentirnos tristes por el otoño, ha de ser que somos las hojas del árbol, es verdad, nos ponemos tristes, porque viene la escarcha fría del invierno y no sabemos si volveremos a nacer en ese mismo árbol, no quiero que cambien el mío, quiero a mi roble, a lo que fui y lo que soy. Aplausos poeta. DESTACADO POR SHEILA.
ResponderEliminarPrecioso y poético comentario, como era de esperar en vos. Nadie tiene el poder de cambiarte, sólo hacer que te pongas una máscara, el resto es agua de río. Besossssssssssssssss
EliminarTe ha quedado muy bien, amiga. Lo dices con sumo gusto...
ResponderEliminarLo que a mí, me encantan el otoño y el invierno —claro, me refiero al caribeño, que no pasa de ser fresquecito—, porque el calor es insoportable. Por acá los abrigos envejecen nuevecitos.
Besos
Pues te diré que amo el calor, mi adorado Pichy, no me gusta el frío, me encantaría vivir en el caribe. Mil gracias por tu eterna visita, besos. TKM
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