Estás inquieto, aturdido, confundido. Te pregunto qué ocurre y no me
respondes.
Te comprendo, también tuve esos momentos en que nada venía a mi cabeza, sólo
desconcierto, ninguna certeza. A todos nos ocurre a veces.
No es bueno permanecer en la inercia, querido amigo, y sólo tú tienes el
poder para salir de ella; claro que se impone la voluntad.
¿La tienes? ¿Posees el arrojo para enfrentarte a tus miedos? ¿O una vez más
esperas que lo haga por ti?
Vaya, vaya… Tanto tiempo a tu lado, tantas horas de plática y nada te
sirvió.
Te empeñas en mantenerte en la compasión, o la peor de ellas, la
autocompasión. Crees que si logras la atención de los otros, tus problemas se
resolverán mágicamente ¡Qué errado estás!
Si la compasión es un sentimiento indigno, más horrorosa es la
autocompasión, pues ella se convierte en la celda que te aprisionará, que te
asfixiará, que irá absorbiendo tu energía lentamente, hasta que no quede nada
de ese individuo que alguna vez fantaseaste ser.
Los sueños no sirven de nada si no luchas por ellos, o si esperas que los
demás los forjen por ti.
¿Acaso puedo cerrar los ojos y dormir por ti? ¿Te brindaría el reposo que
ansías? No, por supuesto. Sólo podrás observarme pernoctar, pero no serás parte
de ese mundo onírico que me acoja.
Así en la vida, tus quimeras no son los mías, no puedo soñar por ti. Puedo facilitarte
las herramientas para que los concretes, puedo darte la receta perfecta, pero
si esperas que yo cocine por ti, todo será inútil.
Mira, yo sé que esto es complejo, pero no imposible.
Siéntate, cruza las piernas, acomoda tus brazos sobre ellas, así o como te
guste, total que sólo tú sabes qué posición te hará sentir confortable.
Ahora respira, inhala y exhala, suave, despacio. Ve contando las
respiraciones con la consciencia puesta sólo en ella.
Estás sintiéndote más relajado ¿verdad? Sí, lo estás ¿Sabes por qué? Porque
te concentraste sólo en la respiración. Tu mente no se dispersó, fuiste
poniendo atención en el abdomen que se ensanchaba, llevaste el aire desde ahí
hasta sentirlo en los pulmones, y luego lo expeliste por la boca. Un pequeño
ejercicio de concentración
¿En qué pensabas mientras lo hacías? Bien, muy bien, sólo visualizabas el
oxígeno entrando, corriendo por las arterias, llegando a cada órgano de tu
cuerpo, a cada célula. Luego expulsabas el aire viciado, ese que intoxica, que
mata, y lo sentías en tus venas, ellas lo transportaban hacia tus pulmones, tus
bronquios, tu garganta, para salir por la boca y así liberarte de toda
contaminación.
Entonces, si esto que es involuntario, pudiste realizarlo en pleno estado
de alerta ¿No sería igual de sencillo concentrarte en una meta por vez?
Inténtalo, amigo, sólo piensa en lo que desearías para tu vida. Cuando
tengas claro el objetivo, ve por él, sin pensar en qué vendrá después; paso a
paso; sin perder el sentido de lo que te propones.
No mires atrás, no mires más allá de este presente. No estés atento a los
que ya alcanzaron la cima, ni siquiera a los que como tú, siguen aferrados a
sus miedos. Sólo mira tú camino. No hay otro modo, créeme.
Ah, un consejo más: No pierdas el eje, no te desvíes ni te distraigas, no
dudes, sólo avanza.
Te espero allí donde tu meta te aguarda, quiero recibirte con un abrazo.
Ven…
En plena coincidencia con tu decir, amiga.Para mí lo principal en la vida es luchar, intentar...hay que tener la mente en el cielo, pero los pies en la tierra. También, la vida es movimiento; detenerse, es una forma de morir en vida, la inercia mata.
ResponderEliminarBesos
Muy acertado tu comentario, querido amigo, besos y gracias. TKM
ResponderEliminar