Te noto muy cansado, como si las energías se hubiesen
esfumado, y eso no es posible pues somos energía, y no hay modo de perderla.
Tú eliges cuál has de utilizar y de qué modo. Si te
has propuesto una meta que la sientes como inalcanzable es porque te domina la
negativa. Atrévete a sacudirla de tu esencia. Sal al jardín, quítate el
calzado, pisa la tierra, abrázate a un árbol, respira paz, inhala pesares.
Despacio, con lentitud, percibiendo cómo se diluye en cada exhalación, toda esa
agonía que te perturba. Ahora respira profundo, que el aire entre por tu boca y
lleve luz de amor a cada célula de tu organismo, el torrente sanguíneo lo hará por ti, tú sólo déjala que te invada.
Como esa paz que el árbol destila con la sabia que es su sangre. La tierra, esa
que estás pisando, tiene para darte toda la fortaleza que proviene de las
raíces del árbol.
¿Ya estás mejor? ¿Sí? ¿Ves que no es tan difícil
conseguirla? Si todo es paz, si en cada ser vivo, en cada átomo hay paz, no la
perturbes, no te perturbes.
Ahora, en ese estado de contemplación, dame la mano,
vamos a sentarnos sobre el césped, es necesario que hablemos, necesito saber
qué te ha provocado tanta ansiedad.
Claro, a todo nos pasa, buscamos en las adquisiciones
materiales la dosis de felicidad que nos está faltando ¿Piensas que conseguir
ese automóvil nuevo te hará feliz? Pues ve por él, cómpralo, puedes hacerlo.
Pero te advierto, luego que lo estaciones en la puerta de tu casa, sentado en
la butaca tapizada con suave y costoso lienzo, te detendrás a mirar tu casa.
Es una construcción vieja, quizá deberías remodelarla
o… ¿Por qué no? ¿Qué tal si le robas un poco de tiempo al descanso y compras
una nueva? Es sencillo, el dinero está, y si está la voluntad, la nueva casa
pronto será habitada por tu familia.
Tu familia… ¿Recuerdas que tienes una? Sí, por
supuesto, mujer, hijos… Te acomodas
frente a la hoguera con un vaso de wiski y entre la danza del fuego, tu mente
vuela al pasado ¿Qué hay en tu pasado que te produce tanto placer? Dos niños,
eso me dices, dos bebés preciosos, simpáticos, y tu mujer amamantando mientras
les canta una canción de cuna y acaricia sus cabecitas.
¿Y ahora, por qué se nublan tus ojos? ¿Es el humo de
tu cigarrillo o la vista que se quedó estática, fija en ese juego de luces
amarillas, rojas y azules, que van virando a medida que atizas el fuego? No lo
pensé, es cierto, no es el humo, no es el fuego, es la ausencia de recuerdos
¡Qué pocos son!
Sin embargo la vida no se detuvo, tu hogar no se
detuvo…Te distrajiste, amigo mío, y en ese distraerte en la búsqueda de más y
más confort, se te olvidó el amor. Lo dejaste morir. Llegabas a casa muy
cansado, comprensible, lógico ¿Quién se
atrevería a decir que no fuiste un buen padre? ¿Acaso no han ido a los mejores
colegios? ¿Recuerdas cuánto sorprendiste a tu esposa con un automóvil nuevo
para el día de su cumpleaños? Llegaste agotado pero feliz, montado en el 0 KM
rojo, su color favorito, como las rosas que antes le traías, cuando llegabas a
casa a tiempo para cenar con ella. Largas sobremesas conversando, el café
compartido, el amor…ah, el amor… fusionados en el lecho, desplegando la pasión.
Así se engendró el primer hijo y al año siguiente, el segundo. Niña y niño.
Fue entonces que decidiste trabajar más horas, había
que decorar cuartos, comprar muebles, juguetes, ropitas, cambiar el auto por
uno más grande. Una mucama para que atienda la casa mientras ella, la madre de
tus hijos, se encargaba de dedicarles todo el tiempo para crecer con ese amor
que es imperioso… momentos que no te incluían.
Estás llorando, amigo mío…Haces bien, tienes buenos
motivos para hacerlo, dos hijos que ya son adultos, una mujer que se fue
secando como esas rosas que olvidaste comprarle cada semana. Sí, es bueno que
llores, las lágrimas han de limpiar tus ojos y entonces, sólo entonces, podrás
mirar a tu alrededor y darte cuenta que malgastaste tu vida tras cosas que no
te has de llevar.
¡Ey, reacciona, estás a tiempo de cambiar el rumbo de
tu vida! ¿No comprendes que esto no sucedió sin que hubiera un sentido? Aquí
estoy, soy tu amiga, esa que vivió cada instante de tu vida, cada segundo
ganado, cada segundo extraviado. No te preocupes, el reloj no detuvo su marcha.
Aún respiras, entonces estás vivo.
¿Cuánto hace que estamos sentados en el césped,
conversando? No importa, deja de mirar el reloj, el tiempo no fue perdido, has
ganado un poquito de sabiduría. Hace mucho que te hablo, pero te negabas a
escucharme, o tal vez los ruidos de la gran ciudad no te dejaban oírme, porque
eso sí que no puedes negar, que yo siempre estoy y estaré ¿Recuerdas mi nombre?
CONSCIENCIA, tu siempre fiel e incondicional CONSCIENCIA.
Muy bien que ha quedado, amiga. Estupendo!
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Pichy, incondicional lector. Besos, TQM
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