Sacudo
mi cuerpo compulsivamente,
Esparciendo
en el suelo todo resentimiento.
Agito la
cabeza de un lado a otro
Sintiendo
la libertad del no odio.
Con la
mente aquietada,
En
cerrado mutismo,
Extrañada
de toda emoción,
Fijo los
ojos en vos.
Te
observo como se observa un cuadro
Descubriendo
tonalidades,
Gruesas
o finas pinceladas.
Te
observo atentamente;
La
miseria te envuelve,
La
miseria del alma,
De
amores secretos,
De
rabias acumuladas,
De no
saberte nada.
Ni
blanco ni negro,
Matices
grises opacan tu mirada,
Algún
destello que tal vez se escapa,
Destellos
de inquina
Y te
tengo lástima.
Me apena
tu vida vacía,
Existencia
improductiva y fútil
Sin
rumbo concreto,
Puertas
obstruidas, precipicio inminente.
Tu mente
maquina, urde, trama, engaña.
No tenés
salida,
Estás
muerta en vida...
No resulta fácil desprenderse de aquellas cosas que nos hieren, pero tampoco es imposible y yo creo que además es una total y absoluta liberación del alma. Cuando nuestro interior se desprende de cualquier resentimiento, también nosotros nos sentimos bien y eso no tiene precio.
ResponderEliminarBesitossssssssssss y feliz miércoles para ti también!
Què buen poema amiga, excelente, creo que el odio es la causa de tanto dolor, y si, esta chica tiene un parecido a mì, pero me quito la màscara para no permitirme odiar a nadie, aunque lo merezca, pero yo no merezco odiar, es un mal terrible que opaca la bondad y oscurece el alma. Un abrazo poeta.
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