# No tiembles, Benazir, ya estás conmigo, tu amado Jalil, ferviente
amante, amo y esclavo. Has llegado hasta mí atravesando los muros de piedras
Moriscas, desafiando a los que nos condenaron a vivir separados… tú, en esa
fría celda… yo, en este repugnante pantano y ahora que me restituiste mi
identidad, ahora que puedo recordar aquella noche ardorosa en que me brindaste
tu esencia y piel y te hice mía, no serán estas hienas las que nos impedirán
estar juntos por siempre, no mientras este león que recuperó la pujanza que de
caballerizo dotado estaba, no ha de faltarme coraje para hacer frente a los
demonios que me hundieron en el estiércol.
- Ja, ja, ja…La carroña jamás puede abandonar el estiércol…
- La oruga se cree león… Jaaaa, jaaaa, jaaaaaaaaa… Majestad de la
boñiga… jaaaa, jaaaa, jaaaa…
- Feneceré de tanto reír…Jaaaa, jaaaa, jaaaa…
# No riáis, hijas del demonio, pues ya no les temo ni a sus pezuñas ni
a sus fanales que destilan odio color púrpura. Pensasteis que sería vuestro por
siempre pero la Dama Nívea trajo a mi doncella y destruyó a vuestro supremo
ente sombrío. Él ya no puede dañarnos, no desde la morada del silencio y la
oscuridad donde preside el lloro de entidades más prietas que la del mismo
Luzbel.
- ¿Acaso cree él que puede librarse de nosotras?
- Déjalo que sueñe, será mayor su padecer jaaaa ja jaaaa
- ¡OH, el sanguinario león que se orina de miedo ante nosotras! jaaaa
jaaaa
# ¡No es cierto! ¡Por supuesto que ya no me aterran! Bien sé que
pensabais que sería eternamente larva del cenagal. ¡Pues estáis equivocadas! Es
natural, también yo lo concebí eterno,
pero ahora veo la luz y reconozco el camino, el punto exacto debajo de la
bóveda celeste cubierta por frondosos árboles donde las huestes del Califa me
abandonaron a mi suerte, a la doliente soledad que se quebró con la presencia
de tres arpías envueltas con alas de ángel. Sí, lo admito, tuve miedo al verlas
vez ante mí. A pesar de la belleza y voluptuosidad que ocultaba su fiereza,
esos ojos, ojos que miraban ávidos mi desnudez, mirada anhelante, gargantas
secas, voz herrumbrada por siglos de erótica demanda, ruego de meretrices
clamando por mi sexo. Me hicieron vuestro, no voy a desmentirlo, aun cuando
esta revelación haga brotar lágrimas a mi enamorada niña.
* Qué… ¿qué, dices, Jalil? No comprendo…No entiendo tus palabras, dime
que no es cierto… no con ellas… ¡OH, por Ala! Dime que deliras…
# Benazir, te lo suplico… no llores por ello… mi cuerpo nunca les
perteneció, se apoderaron de él, me convirtieron en prisionero de sus oprobios,
pero debes creerme, no tenía modo de resistirme, el espanto me dominó, mi
hombría se expresó para complacerlas, pero no hubo amor ni pasión, sólo temor
que me indujo a cumplir pretendiendo que eran ellas mi destino final. Perdona
mi debilidad, Benazir. Si pudieras verte reflejada en aguas cristalinas,
advertirías tus ojos llenos de pavor, tienes miedo de ellas, mi pequeña. Tú que
desafiaste al Califa por amor a mí, les temes, pese a que te tengo asida de la
mano y mi pecho se engrandeció para escoltarte hasta el paraíso ¿Por qué no
habría de temerles yo, solo con mis tormentos, sabiéndome impedido de escapar?
Ellas me resguardaban de los otros demonios. Ellas, cual jauría de perras
rabiosas, me defendían de quienes osaban acercárseme. Sí, Benazir, no son las
únicas, hay más, son decenas pero no se muestran, se ocultan, se camuflan, y
desde sus escondrijos avasallaban mi juicio. Ellas me volvieron frágil,
supeditado a sus caprichos de féminas excitadas a cambio de protección. Nunca
les concedí mi alma, esa es sólo tuya, por ella acudían, lo sabía… pero de mi
sexo sólo manaba néctar amargo del que aguanta por amor. Mi espíritu estaba
fuera de mí, mi cuerpo, extrañado, no tenía esencia, esta quedó en tus
entrañas, mi amada. Pero ya no temas, no pueden lastimarnos, se agotaron sus
energías. Alcanzo a observar en sus miradas que perdieron el rumbo, sin señor
que las guíe por la senda del vicio. Quédate detrás de mí, mi esqueleto, ahora
erguido, será tu refugio. Evoco la noche en que, embelesado por tu miel, me
dejé prender, pero ya no, jamás volverán a apartarnos, tú y yo somos uno. No
vacilaré en enfrentarme al harén de Satán y todos sus estúpidos súbditos si
intentan interferir en nuestro destino.
- El necio orate está delirando…
- Es natural que así sea. Hemos picado su cerebro, hemos vaciado su
cráneo, nos atiborramos hasta el hartazgo despojándolo de cognición a cambio de
nuestros fluidos que, sediento, succionó de nuestros sexos ¡Imbécil!
- ¿Quieres un poco más, pervertido succionador de los flujos del
ardor? Ven a mis brazos, enrédate
conmigo, me consumo en el deseo de tu lengua podrida, lengua pastosa que
paladeó con delectación el caldo de nuestra libídine. Estoy ardiendo, no te
resistas, siente el fuego entre mis perniles.
# ¡EA, vosotras! Perdieron el poder, desquiciadas que se piensan
soberanas. Ja ¡reinas del orbe bruno, no sois más que pobres lémures! Percibo
el pavor en sus cuencas, huelo aprensión en sus pieles… temen, sí, temen
mientras me burlo de ustedes ahora que la pureza de mi princesa envuelve mi ser
restableciéndome la razón perdida.
- ¡EA, miren! ¡Esa puta arropada con cándidos velos, se lleva a Jalil!
- ¿A dónde creen que van, maldito par de bazofias?
- ¡Hija de perra! ¿A dónde piensas que has de llevar a nuestro harto
semental, tan viciado como nosotras? No te pertenece, él es del séquito de Satán,
es el padre de los engendros que engordan en nuestras matrices, criaturas
demoníacas, dispuestas a prorrumpir para atormentar vuestro falso universo,
avasallando a las almas que allí habitan ¡La corrompida humanidad de la que os
vanagloriáis, será el feudo de Luzbel!
# ¿Qué os importa a dónde iremos? No os preocupéis… percibo que estáis
alteradas. Calma, brujas de la noche, mi dama y yo, no pertenecemos a vuestro
dominio y de aquí saldremos para restituirles el trono a los viles señores ¿Escucháis sus
lamentos, sus voces pidiendo piedad? Son ellos, vuestro amo y sus prosélitos
sin DIOS que los oiga. Será mejor que vayáis por ellos, tal vez tengáis valor
de sacarlos del fango, o hundiros
también vosotras. Guardad el señuelo con el que me cogisteis ¡Háganse a un
lado, no me obstruyan la salida o en mi ira las arrastraré con mis manos hasta
el pantano!
- ¡Nooooo, Jalil! ¡No nos dejes! Nosotras te servimos ¿no lo recuerdas?
¡Ven aquí, miserable!
- ¡Esa corrompida nos lo está robando!
- ¡Maldita! ¡Malditaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Autores: Myriam Jara- Oswaldo Mejía
Ilustración: "MORADA PARA LOS INSTINTOS" de O. Mejía
Es posible vencer por encima de la maldad... No siempre ha de resultar imposible.
ResponderEliminarBesitos!!!
Así es, FG, de esto se trata la novela (este es sólo un capítulo pero no es necesario leerla ordenadamente, dada su estructura), un amor entre dos castas sociales diferentes, pero el amor, siempre vence, al menos en la ficción, y ya que dicen que la ficción supera la realidad, demosle la oportunidad a Benazir y Jalil. Besitos!! Y mil gracias por tu sempiterna presencia.
EliminarMe encanta tu blog...
ResponderEliminarBesos Myriam.
Gracias, bel!!!!! Ya me anoté como seguidora de uno de los tuyos (en el que encontré los seguidores, en el otro, ni modo) pero aún no tuve tiempo de leer, sí de echarle una ojeada y me gustó, claro. Beijos.
Eliminar