SUGERENCIA: VER EL VÍDEO (en pantalla completa) Y LUEGO LEER EL RELATO (Especialmente para los que desconocen esta triste realidad social que aún sigue siendo un flagelo para miles de chicos
argentinos)
argentinos)
Usté, señor
juez, me pregunta cómo me declaro y yo le digo que hambriento…No, no su
señoría, no se enoje porque yo no le voy a negar nada ¡Mire que lo viá a estar
cargando!
La cosa empezó el
día ese que me pelié con la vieja y la vieja me echó. Se agarró la bronca
porque yo no le traje plata, pero… ¡Si no tenía de dónde sacar! A vece me sale
alguna que otra changa pero otras, no ¿vio? Y ahí es donde la javie se calienta
mal.
Yo anduve recorriendo
toda la capital, mire ¡Qué se yo por dónde anduve! Arranqué de ahí, de
Ciudadela ¿Vio que le dije que yo vivo en el Fuerte Apache?... ¡Ah! Sí, ya se
lo dije, cierto… Pero no se enoje; si usté me deja, yo le cuento la verdá,
porque yo seré cualquier cosa, como un pobre o un cartonero ¡qué sé yo!, como
le guste a usté, pero mentiroso, no… Deje que siga y, por favor, señoría, no me
interrumpa porque me viá a olvidar de todo y a mí me cuesta un poco pensar y
más, acordarme ¿vio?
Bueno, como le
estaba diciendo; de ahí, del Fuerte Apache, me fui caminando hasta la General Paz y me encontré con
mi amigo, que es cartonero también, pero el vive en la villa de lo ruso. Fuimo
a cartonear y levantamos un montón, porque, vio cómo es de rica la gente ahí,
por Devoto ¿no? ¡Tiran cada cosa que uno se quiere morir!
Y claro, yo a la
vieja la acostumbré mal, siempre llevándole ropa pa mis hermanitos, que son
siete, todos más chiquito que yo, y a vece también le llevo juguete que la
gente me regala; no están todos roto porque hay nenes que no juegan más, y me
dicen las mamá
“¡Eh, pibe! ¿Vos tené
hermanitos?” Y sí, le digo, yo tengo siete, todo más chiquito que yo “¡Ah! Bueno, entonces llevale esto” Y me
dan cada cosa que yo me pregunto cómo puede ser. También me dan cosa rotas, pero
yo las sé arreglar, porque yo hago de todo.
No sé por qué me
echó la vieja… ¡Ah, sí! Ya me acuerdo. Yo y el Tito habíamos juntado un montón
de cartón ese día y nos fuimos a tomar el tren blanco, ahí siempre se viaja
bien y para más mejor es gratis ¿vio? Pero en la estación Sae Peña, subió un
grupo de pendejo que empezaron a hacer quilombo y yo no sé cómo fue, pero ¡se
armó una de piña! Yo y el Tito tratamos de zafar porque nosotros vamo a
laburar, no a buscar roña….pero no pudimos, y encima que nos cagaron… ¡Uy!
Disculpe su majes…eh…no ¿Cómo es que se decía?... ¡Ah, sí! Ya me acordé; su
señoría, así se dice. Le estaba diciendo, su señoría, nos agarraron a golpes y
en el medio del despelote nos afanaron todo lo que habíamos juntado. Yo me puse
a llorar porque para pior, ese día, le había conseguido a mi hermanita, la Yamila , una muñeca rubia
con el pelo largo, pa’ que la peine ¡No sabe lo linda que era! Y yo estaba
apurado por llegar porque le quería ver la carita a la Yamila cuando viera la
muñeca; pero me la robaron y yo lloré, más
por eso que por lo otro. El Tito me
decía, “pará de llorar ¿Qué, sos trolo,
ahora, sos? “
Cuando llegué a
mi casa salió la vieja y… yo ya me di cuenta que estaba en pedo y pensé, sonamo,
la vieja en pedo y con hambre, a mí hoy me mata. Y le conté y me puse a llorar
y la Yamila
también lloraba, pero porque la vieja me golpió en la cara y me patió por todo
el cuerpo. Yo le decía,” pará vieja,
pará, no me pegué más”, pero ella seguía y seguía y me decía “¿Qué, no te gustaron las piña que te dieron
en el tren? Acá tené más”; y me seguía dando. Después me dijo que ella no
iba a mantener a un vago de diecinueve años y que me fuera… y me echó.
Y yo me fui, y
no volví nunca más porque cuando lo echó a mi hermano, el Diego, que ahora debe
tener veintidós años, no lo dejó volver más, y el Diego ahora está preso por
robo y ella nunca lo fue a visitar, y entonces yo pensé, pa que viá volver si
me va a echar a patada, y me fui. Me dio lástima por mis hermanito, porque a
ellos también después los va a echar.
Y ahí me hice
ciruja, dormía donde podía, pedía monedas o vendía estampitas de los santitos,
en el tren. Pero nunca afané ¿Eh? Porque
yo seré cualquier cosa, como ahora que
soy ciruja, pero no soy ladrón como el Diego ¡Y mire que pa comer sacaba de la basura!...
Y sí, al principio me daba un poquito de asco pero cuando el hambre apreta,
como se dice, uno no le hace asco a nada ¿vio? El Tito me llevó pa la casa de él pero el
viejo me sacó a palos por poco, le dijo, “bastante
tengo con vos, atorrante, y encima me querés encajar otro atorrante más” Y
me pianté. ¡A mí nadie me va a insultar! Porque yo seré una porquería de pobre
pero no soy un sinvergüenza ¿vio?
Una noche,
buscando en la basura, en la calle Sanabria, porque yo siempre voy a Devoto ¿vio?,
porque ahí viven los má ricos de la Argentina , me parece a mí, digo, yo mucho no
conozco ¡Y qué va que me encuentro una bolsita blanca con puré y un pedazo de
carne! ¡Mi Dio! Yo me decía, pellizcate, tuerto, porque a mí me dicen el tuerto
porque ¿vio que tengo un ojo todo blanco? De un acidente que tuve cuando era
chiquito y no me pusieron la córnea ¡Je! Esa me la aprendí ¿Vio? Y bueno, no,
yo no estaba soñando ni estaba dado vuelta
porque yo seré cualquier cosa ¿no?, como
un muerto de hambre, pero yo no me doy con la pasta ni con nada de esas
porquería. Era puré
con carne. Me lo comí, mejor dicho, me lo tragué, tenía
miedo que se aparezca un perro y la tuviera que peliar como otras veces; yo le
comparto a los perritos, son como yo, callejeros, pero si no alcanza
pa' los dos,
y bueno, no le comparto nada. Y al otro día volví y había guiso de arroz ¡No
sabe lo que era eso! Mientras comía, lloraba, porque me acordaba de la vieja
cuando nos cocinaba guiso, cuando podía, o sea, cuando no estaba borracha, no
se vaya a pensar que siempre, señoría, y también me acordaba de mis hermanito
¡Pobrecitos! Igual comí porque estaba más rico que no sé que. Y otro día había
pan y salchicha.
Un día me quedé
escondido porque quería ver quién me estaba dando de morfar. Se asomó una viejita
¡Viera qué simpática! Salió con la bolsita y la puso donde siempre. Parecía las
abuelitas de los cuento, con delantal y todo ¡Qué graciosa! Y así estuve
como…no sé…seis o siete mese, comiendo como un bacán.
Una noche que
fui a buscar mi comida, estaban todas las luces prendidas y había mucha gente.
Algunos estaban llorando y yo me quedé escondido detrás del árbol pa’ ver qué
pasaba ¡Dio mío! Me quise morir; se había muerto la viejita, mi abuelita de los
cuento, se había muerto, se había. Me puse a llorar y dije ¿Pero, a mí me tiene
que pasar todo, la puta madre?...Perdone su señoría…sí, ya sé… mi vieja siempre
me decía, la educación ante que nada, tuerto…Y no se enoje si lloro, porque yo
siempre lloro y cuando me acuerdo, vuelvo a llorar ¿vio? Me quedé toda la noche
espiando y a la mañana vi como se la llevaban en el cajón. Me hubiera gustado
darle un beso, mire. Le juro que estaba triste como si hubiera muerto mi
viejita, o sea, mi mamá. Igual, después volví porque yo tenía que comer y ya
hacía dos días que no comía y me dolía la panza, y entonces vi al viejito que
sacaba la basura, el marido de la abuelita, ¿vio? Y yo esperé mi bolsita blanca
pero como no la sacó, revolví la basura y ahí encontré de todo, como cuando yo
era más pobre ¿Vio cuando yo comía de la basura? Había yerba… yerba de mate, no
se va a pensar que el viejito…
bueno, había yerba mojada, papel pa limpiarse
el… bueno, usté me entiende, también había pañuelos con moco, no sé, un montón
de porquerías mezclada con mi comida que esa noche era polenta se ve, por lo
que pude agarrar. Y bueno, me resigné, porque como se dice, cuando las vacas
son gordas, son gordas y cuando son flaca, mala suerte.
Había pasado
como una semana que volví a comer de la basura y
justo esa noche, el perro de
mierda me vino a querer peliar la comida; yo le hubiera compartido pero había
poquito, así que le tiré una patada en el hocico, tenía que defender mi comida…
Uy, carajo, el perro empezó a ladrar cada vez más fuerte y como que parecía que
me quería morder ¿vio? Y se armó un barullo bárbaro. Los vecinos prendieron las
luces; ninguno salía porque tenían miedo, seguro ¿vio? El que salió fue el
viejito, el marido de la abuelita. Yo siempre le vi cara de malo. Estaba loco,
el viejo, estaba. Salió con una escopeta y
me dijo que me iba a matar, “delincuente”, me gritaba, “delincuente, te voy a matar”. Y yo me
asusté, señor juez, y como soy más fuerte y más joven que el viejo, le pegué un
empujón, y cuando el viejo se
cayó al piso, yo le saqué la escopeta y le encajé
un culatazo ¿Se dice así?...
Y no sé por qué,
señor juez… capaz que me dio miedo que el viejo me mate a mí… Y bueno, ya que
está, pensé, me metí en la casa y me
comí lo que había en la heladera; comía
rápido para escaparme con la panza llena, y entonces tragué porque ahí nomás
escuché la sirena de los patrullero y yo quería escaparme, pero tenía hambre, y
bueno, me dije, mejor me quedo y me como todo hasta que me agarren, dije,
porque yo tenía hambre y si ya sabía que me iban a meter preso.
Ojala que el
viejito no esté muerto, pensé mientras comía como un desesperado. Pero… ¿Parece
que lo maté, nomás? Yo le juro que no quise matarlo, yo sólo tenía hambre y
quería comer.
Señor juez
¿Usté, me haría un favor? Si me va a meter en cana ¿Me puede poner con el
Diego?
Qué cosa más triste, amiga. Duele en su realismo y actualidad.
ResponderEliminarBesos
Muy triste, Pichy. Te cuento cómo nació este texto. Yo estaba en mi automóvil, iba a llevar a mis hijos al colegio, luego de almorzar, y mientras esperaba que se acomodaran, vi un muchacho comer de la basura. Me sentí muy mal, me sentí una basura por tener tanto confort y él, nada de nada. Sé que no soy responsable ni puedo cambiar el mundo, pero también es cierto que en algún punto somos responsables cuando miramos para otro lado, yo sólo puedo hacer mi denuncia escrita, y eso hago, por eso "La Eterna Poeta Disconforme" Gracias, siempre gracias por tu incondicional presencia y amistad. Besos!!!
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