Pintura: Dorina Costras
No me encuentro a gusto en este mundo, orbe de hipocresía imperante, de palabras que
son falacias; me estoy cansando y eso me asusta pues ¿qué pasaje deberé tomar
para entender a la humanidad? Busco señales, busco la dirección, pero nada
hallo, nada me conduce a la paz que tanto anhelo. Sé dónde encontrarla, pero parece que aún no
es el momento, está escrito que debo seguir viviendo con la sombra de ser la
mal querida, la mal parida, la que da, y a cambio ¿qué recibe? Sí, ya sé, no
hay premios ni castigos, sólo consecuencias.
La estupidez de creer en el prójimo me trajo hasta aquí, sin
caretas, sin venderme como lo que no soy, vulnerable, si se quiere, y entonces
erré el camino, o no, opté por ser yo, aun sabiendo que me exponía a los golpes
que con placer y sin piedad me propinarían. Pero no puedo ser de otra manera, no quiero
ser de otra manera.
¿Pretenden que de lástima, qué les cuente que mi vida no fue
sencilla, que el dolor y la soledad fueron mis eternos acompañantes? No, eso es
un asunto mío, un asunto entre DIOS y yo, no voy a revelar mis penas.
Si te nace lastimarme, pese a que nada te hice, si te sienta
bien destrozarme como a una copa de cristal, arrojándome al vacío ¡adelante!
Tuya será la gloria de haber triunfado en esta puta noria; porque convengamos -
y no fui yo la descubridora del paradigma- en la vida todo vuelve, precisamente, girando
como en una noria, y en cada vuelta se va viendo con mayor nitidez, o se enceguece
y se enloquece, pero no se permanece estático. Cambia, todo cambia, das y recibes:
Pégame y te pegarán, lastímame y alguien te lastimará en mi nombre, porque no
he de ser yo, hagas lo que hagas, digas lo que digas, me mantendré en ese
mutismo que fue mi escudo protector.
¿Cuánto tiempo dura el éxito? ¿Cuánto tiempo el dolor? ¿Cuánto las ganas de seguir
luchando?
No puedo aseverarlo, pero es posible que en un día no muy
remoto, me oculte tras las montañas, o
me sumerja en el mar hasta tocar fondo, hasta que mis pulmones colapsen, o
quizás me extravíe en la selva de los entes imperfectos, o en el pantano donde
habitan las ánimas en pena, algún lugar donde no puedan encontrarme, un sitio
donde pueda ser yo, con mis fallas, con mis grandezas, con mis dosis de bondad,
con mis gotas de maldad, pero yo, finalmente yo, esa que soy y que por ser, es
víctima de la estupidez.