Sentí que me bajaban lentamente,
Los terrones de tierra húmeda
Chocando sobre la tapa del féretro,
Ese que sería mi último refugio.
Y me quedé saboreando el silencio,
Negro, sordo, abismal,
Afonía de almas
Y la quietud sepulcral.
Hubo un cosquilleo en la piel
Al sentir la última palada caer,
Cerrando para siempre
El mundo de los vivos,
Ese al que ya no he de pertenecer.
A lo lejos, como un eco
Escuché murmullos,
Llantos y rezos…
¡Tan innecesario todo!
En pocas horas
Mi cuerpo iniciará
El proceso de putrefacción.
Es natural y necesario que suceda.
Estoy agotada,
Necesito reposar.
Que trabajen los gusanos…
¡Yo sólo deseo descansar!
Hágase tu voluntad…
Autora: Myriam Jara – La eterna poeta disconforme
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