Una
vez más he caído. Heme aquí, de rodillas sobre la incomprensión, sedienta de
piedad, rogándote perdón por no tener la fortaleza de levantarme y seguir. Sólo
por hoy…
Habrá
un nuevo recomenzar; estoy segura de que volveré a ponerme de pie, pero no me
lo pidas hoy. Permíteme un día en blanco, un día donde la mente pueda reposar,
donde las lágrimas fluyan sin culpa, sin culpables ni culpados. Circunstancias
impróvidas me sorprenden, me paralizan, me bloquean el cerebro; es entonces que
no puedo ni quiero pensar.
Déjame
llorar, permite que mis lágrimas fluyan, porque de no hacerlo, corro el peligro
de ahogarme en ellas y entonces… ya no estoy segura de poder resurgir. Es
preciso que lo haga pero no hoy, hoy no, por favor.
Un
nuevo golpe que la vida me asesta, y me dejo vencer por ella. Sólo por hoy…
Mañana,
al abrir los ojos, si es que acontece, sé que tendré el coraje de enfrentarla,
de reponerme, de reconquistar el valor para sobrevivir en este mundo tan
incompatible con mi ingenuidad. Pero no hoy…
Hoy
me embarga la profunda tristeza de estar
frente a ese murallón que me atrapa entre la nada de una existencia vacía e
infructífera. Sólo hoy….
Más
no soy mujer de bajar los brazos, y cuando vuelva a ponerme de pie, seré quien
siempre quise ser: ¡LIBRE DE TODA ATADURA!
No
habrá tempestad que me derrumbe. Habrá brisas tibias que sequen este líquido salado
que empapa mis mejillas. Seré el Ave Fénix. No he de ser barco a la deriva. Seré
el rayo que ilumina el cielo y el trueno que asusta a los débiles. Pero no
hoy….
Sólo
por hoy, déjame ser esa hoja amarilla y crujiente que, desprendida de la rama
que fue su primigenio amparo, se deje arrastrar hacia destinos fortuitos. Sólo
hoy, sólo por hoy…
Mañana, acaso; siempre cabe la posibilidad de un mañana. Pero no hoy…