Serena, tendida
en mi lecho,
Sumida en
sueños secretos.
Mis pies
descalzos se deslizan por el césped.
Levito obedientemente
mecida por la brisa,
El tórrido
viento me empuja hacia el mar,
Mi cuerpo
mojado se funde en la arena.
Agobia el
calor del desierto,
Manantial
de agua dulce que sacia la sed.
El frío glacial
entumece mis huesos.
Lacera mi
dermis, la flora selvática.
Respiro la paz
de las altas cumbres,
Perfecta
visión del perfecto planeta.
En el
oscuro mutismo sideral
Lo aprecio
aún más bello.
La luz
refulgente encandila mis sentidos,
Un
estruendo mortal sacude mi mente,
Ruido
imponente del trueno poseso.
Separo los
párpados con temor y recelo…
Me agito,
tirito, me estremece la tormenta.
Emerjo de
mi cama tanteando negruras,
La ventana
abierta magulla mi pecho,
Corazón
herido palpitando en rauda galopada.
Me
estremezco, me empapo;
El cielo no
brilla, ni luna ni estrellas.
Me
resguardo en mi lecho del desasosiego que acecha,
Soy la postrema
habitante de un planeta muerto.