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¡¡OOOOOOOOOOH NOOOOOOOOOOO!!
Fue
tan fuerte el aullido que pegué que rebotó en las paredes de mi vecino. Muy
caballeroso él, cual soldado en pleno combate, y con gran destreza, saltó la
medianera que separaba nuestras viviendas, portando su ametralladora Browning
M1917, herencia del abuelo.
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¿Dónde está? – me dijo mirando hacia los cuatro puntos cardinales de mi baño.
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¿Dónde está quién?- mi tonito poco y nada tenía de amable, más bien era una
miscelánea de ira, horror, y desconcierto, pues qué miércoles hacía mi vecino
en mi baño, pregunta que no alcancé a hacer pues ya había roto la cortina de la
bañadera.
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El tipo, el violador, el ladrón o quien sea que vino a atacarte.
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¡Diantres, Pepe, LIENDRE, es una LIENDREEEEEEEEEEEEEE!- vuelta a aullar como
desquiciada.
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Uf ¿Y por eso tanto escándalo?- dijo bajando el arma y sacudiendo mi peine
donde se suponía que se hallaba la liendre. Error, no estaba allí, estaba
montada en mi cabeza dispuesta a acabar con mi raciocinio.
Sí,
ya sé que usted, estimado lector, piensa que es una exageración de mi parte,
pero no se equivoque, y créame que si le digo que el chancho es negro no se
moleste en mirarle el pelo. Un piojo, vaya y pase pero ¡UNA LIENDRE! Ah
nooooooo, eso sí que es un espanto. Pero volvamos a mi pelo, dejemos en paz al
chancho que no tiene la culpa…
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Una liendre, no puedo creerlo, una liendre casi me mata de un infarto- acotó el
vecino sentándose con resignación sobre la tapa del inodoro y mirándome con
odio.
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Pepe, querido Pepe, no lo va a matar de un infarto a usted, pero si esta
LIENDREEEEEEEEE está decidida a parir en mi cabeza, ya sabe, se reproducen como
cucarachas, pero no son cucarachas, son piojos, y ella, la madre de los futuros
piojos está gorda como una vaca, gorda y bronceada, claro, es una
LIENDREEEEEEEEEE VIVAAAAAAA, por eso está marrón como si se hubiese bronceado
en Mar del Plata o Miramar, no creo que sea de estirpe, no creo que provenga
del Mar de las Pampas, allí son más fashion, vioooooooooo? Eso sería otra cosa,
que mi cráneo sea carcomido por una liendre con estirpe hasta sería un honor,
pero no esta LIENDREEEEEEEEEEEEE que debe venir saltando de cabeza en cabeza de
los bajos fondos hasta llegar a la mía.
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Querida vecina, su estado me preocupa- la voz de Pepe era cuasi de ultratumba.
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¿El de la liendre o el mío? Porque no lo veo muy decidido a acabar con ella, ¿viooooooo?
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¿Y qué pretende, que le tire a lo loco, que descargue mi ametralladora en su
cabeza? Mal no le vendría, tal vez así pueda acomodarle las ideas ¿O tiene una
idea mejor?- me dio la impresión de que Pepe no me estaba tomando en serio, no
tenía consciencia de los estragos que podría producir esta liendre. Pero ni
modo, por más que yo trataba de explicarle lo problemático de la situación, él
se empeñaba en defender a la liendre con argumentos irrisorios:
-Son
criaturas del Señor, indefensas además, pobrecita liendre que sólo busca un
hogar donde dejar sus huevitos…
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Querido Pepe, me hartó con sus argumentos, mejor váyase para su casa y guarde la
metralleta, que para aplastar a la liendre, solita me basto yo. Vaya, vaya que
siento olor a quemado ¿Dejó el horno prendido y el pollo adentro?
Pepe
corrió a su casa y yo a la farmacia.
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Necesito un líquido para matar liendres
-
¿No será que necesita un champú piojicida?- preguntó el farmacéutico con su
mejor cara de estúpido.
-¡¡¡NOOOOOOOO, YO SÓLO QUIERO ACABAR CON UNA MALDITA Y REPUGNANTE LIENDREEEEEEEEEEEEEEEEE!!!
No
lo conseguí, esgrimí todos mis argumentos pero nadie me escuchó, y aquí me ven,
conviviendo con la maldita liendre…
Fin
de la historia y de mi paz…
Autora:
Myriam Jara- La Piojosa